jueves, 19 de julio de 2012

Anita Lizana - Parte 2

Volver a escribir después del período de pruebas de la universidad. Un poco cansado, pero se supera.... A lo que nos convoca



Llega el año 1937. Grandes como Alice Marble (junto con Anita en la foto, a la derecha) y Peggy Scriven caían ante ella. Wimbledon era la demostración de que Anita se consagraba en el circuito mundial. Pero los nervios le jugaron una mala pasada, quizás por el hecho de estar en el torneo más tradicional e importante del tenis. Llegó solamente a cuartos de final. Sin embargo, no todo era tristeza: Estados Unidos quería tener a la chilena en su torneo de Grand Slam: Forest Hills, reemplazado por el actual US Open más adelante.

De nuevo la "ratita" arrasaría con sus rivales. Ahora, con la experiencia ganada en la Catedral del Tenis, la chilena llegaría a la final del torneo, contra la polaca Jadwija Jedrezjowska, que con su potencia y juego agresivo venía a hacerle frente a nuestra compatriota. Ganase quien ganase, sería el primer título del abierto estadounidense para una de ellas. Por tanto, el partido se jugó de manera muy intensa. El alma eslava de la polaca, como calificaría la revista Estadio, hicieron que Jadwija jugara de una manera muy impetuosa y ofensiva. Pero Anita tenía sus credenciales, a pesar de ser vista por el público del norte solo como"South America", no iba a ceder en la lucha. En un partido electrizante, la chilena ganó 6-4 y 6-2. Era el primer, y hasta ahora, único título chileno de tal categoría. Tanto fue el esfuerzo del partido, que cayó desmayada apenas este terminó. Corría septiembre de ese año.

De vuelta en Chile, la esperaba un pueblo muy contento por su logro. 200 mil personas la esperaron en la Alameda, y, como ha ocurrido en tiempos recientes con Marcelo Ríos, Massú y González, la celebración se trasladó a La Moneda, recibida por el presidente Arturo Alessandri. Y como no iban a festejar los chilenos, porque Anita se había transformado en la número 1 del mundo, y sin perder ningún set en el torneo que la llevó a la cima.


Llegaría 1938, y se casaría con el escocés Ronald Ellis, y con eso su interés en el tenis decayó, radicándose en el país natal de su esposo en la ciudad de Dundee. Sumado a eso, cuando pretendía ganar Wimbledon, se acercaba la Segunda Guerra Mundial... nunca pudo lograr ese sueño. Más adelante la chilena tendría 3 hijas: Ruth, Carol y Carmen.

Eso no significó que dejase el tenis por completo. Volvió en 1946 a Wimbledon, y aún seguía siendo de las mejores. En verdad, en esos años era campeona de Escocia, y una serie de campeonatos en Europa, entre ellos 4 con su marido en dobles mixtos. Pero nunca llegó a ser profesional del deporte. O porque era estudiante o porque su marido se lo impidió. Así, prácticamente 1946 sería el último año de su carrera.

En Chile, e incluso para los más jóvenes de su familia, era un leyenda. Sólo visitó dos veces el país, en 1966, año en que fue invitada por el presidente Frei Montalva, a jugar el Campeonato Sudamericano de Tenis, donde otra vez recibió el cariño de los chilenos, en el Estadio Nacional, siendo a la postre, la única ocasión en que su familia en Chile la vería. Y volvería en 1989.

Así llegaría 1994, año en que moriría debido a un cáncer estomacal, el 21 de agosto. Pero dejaría un legado único en el deporte chileno,  ganando 17 campeonatos en singles, 2 campeonatos en dobles, 5 campeonatos dobles mixtos  y fue campeona nacional en Chile, Escocia y Suecia (ya casada y con 2 hijos). Una grande, que merecía con creces ser reconocida en este blog.

Agradecimientos:





domingo, 8 de julio de 2012

Anita Lizana - Parte 1





En esta pasada, sin olvidar el contexto internacional, y el triunfo de Federer en Wimbledon - ¡Grande FedEx! - quiero hacer un homenaje a la más grande del tenis chileno: Anita Lizana.

Chile nunca ha sido conocido por tener un historial tan nutrido en triunfos deportivos. Ok, es verdad que en el último tiempo ha habido mejores resultados (Denisse Van Lamoen campeona del mundo 2011, oro olímpico en Atenas 2004 con Nicolás Massú, entre otros, sin olvidar al "Chino" Ríos), pero han sido pocos comparados con otros países. Sin embargo, Anita ostenta el hecho de ser la ÚNICA tenista (en general, ya sea hombres o mujeres) chilena en ganar un Grand Slam, en el año 1937, siendo además la primera latinoamericana en lograrlo.

Ella nació en 1915, en noviembre de ese año. El tenis era inherente a ella, toda su familia era de tenistas, aunque todos lamentablemente eran de nivel amateur, y como eran de clase media, no tuvieron muchas posibilidades. Quien más destacaba era su tío Aurelio, a principios del siglo XX, de quien se decía que era invencible en la ciudad de Santiago de Chile, donde despachaba una y otra vez a los mejores tenistas locales.

No sólo tuvo que lidiar con dificultades económicas. El tenis en esos años era considerado como una instancia de reunión social de las altas clases, y como una actividad poco femenina, como decía un artículo de la Revista Estadio en 1944. Además, ella, perteneciente a la clase medía, menuda, morena, midiendo menos de 1 metro y 60 centímetros, tenía que enfrentarse a los clásicos prototipos de la tenista rubia, estilizada, alta, típico de la Europa de aquel entonces. Pero nuestra "Ratita", como la apodaban, se aprestaba a derrumbar todo aquel ideal establecido para el deporte blanco.

Y como no lo iba a hacer, si a los 6 años dormía con sus raqueta, impulsada por su tío y su padre, don Roberto, quien era profesor, y posteriormente administrador de el “Club Tennis Riege des Deutschen Turvereins”, ubicado en la Quinta Normal, perteneciente a jugadores alemanes. Fue tanto el cariño que estos tomaron por el padre de Anita, que le construyeron una casa de cuidador, trabajo con el cual tenía que cuidar a 6 hijos y darles de comer, auqnue el sueldo a veces se hiciera poco.

Así, en 1926, la morena jugadora se presentó en las canchas de Quinta Normal, y se volvió rápidamente en una deportista digna de mención, apenas superando los 10 años. Rompiendo con todos los esquemas y estereotipos, y proveniente de la clase popular, se alzó ese año con la corona de Campeona Infantil de Chile. Dicen que era incansable, a tal punto de que cuando se enfrentaba con varones, ellos eran los que resultaban más acabados luego del partido, rogando por agua o por ir a bañarse en camarines.

Continúo destacándose en Chile, siendo campeona, ahora en la categoría adulta desde 1929 a 1934, aún siendo una colegiala, ya que estudiaba en el Liceo N° 4 de Niñas. Con estos triunfos, sumados a grandes actuaciones en Buenos Aires, Argentina, se hizo evidente que Sudamérica había quedado pequeña para ella. Así, en 1935, con mucho esfuerzo, junto el dinero suficiente para viajar a Europa.

Cuando llegó, causó revuelo por las características físicas ya descritas y su potente juego. Pero habría que esperar a 1936 para que su carrera tomara vuelo. En aquel año, alcanzó los cuartos de final del torneo más importante de tenis: Wimbledon, eliminada por Helen Hull Jacobs, quien a la postre resultaría campeona ese año, en un match muy apretado, con 15000 espectadores en las gradas. Sin un sistema como el ranking actual de clasificaciones, Anita terminó siendo la número 8 del mundo, elegida por periodistas especializados.

 
Agradecimientos